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Me quedé sonriendo al perro
que de mis días se gastaba.
La calle mojada
la niebla creciente
Sus dichas eran otras
correr tras el rasante lucir rojo de los autos
Lo dejaron sin ladrido
y sin cola
Acurruqué mis manos en deliciosas caricias
abrazando lo que era un pelaje otrora
La carne marchita
con la que los dioses juegan a moldear sus criaturas
Abracé entonces una vidriera
de espejos sin forma que rugían
ladraban
y proyectaban un animal
envuelto en penumbras
y otro que al fin, siendo abrazado,
moría en paz
La mañana se habría llevado
las luces
los autos
la lluvia
y la niebla ocultaría las vergüenzas al mundo
del polvo en las manos
y un perro que vaga ahora
a una ciudad sin luces
ni autos
ni abrazos.

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mosquito

Mi casa es un hervidero de mosquitos estoy pensando en mudarme ellos ya hicieron  el movimiento necesario la jugada suficiente la supremasía vuelo tenue dulce ventilado acaricia mi piel seca el chillido incógnito a sincronizado a destono más ruidoso que cualquier creación humana insoportable insostenible mi casa era un hervidero de mosquitos mi casa fue mi casa y ya no lo es mi casa era un refugio de pesares

Anochece

Yo sólo sé que ahora la ciudad se mece entre arboles ingleses gente sin hogar perros hambrientos y veredas desierto con arena y sal y la tarde anochece cuando el ruido desaparece y el grillo es un visir criminal por cantar, el silencio hace eco en el resplandor mismo del centro sobre las luces me siento a mirar la noche es un holograma dispuesto a hacerse material
En una búsqueda de esperanza cae la luna cada día tras las horas que no guardan, no, ya no guardan melodías blancas gatos que de la noche abrazan la ternura clara de sus horas cálidas mansas. Diciembre es, hermano el calor que apura el calor qeu guarda la locura. El exacto brindis por cordura, por placer, Por nacer otra vez.