Dueño de su vida, dueño de su día, su único día.
Perdido: había perdido mi camino, había encontrado el suyo.
Dueño de sus horas, en su pequeña agonía, dueño de su verde bastedad. En un terrible lugar que no tuve miedo.
No conoció el tiempo, no conoció compañía
No tuvo ojos que le muestren el dolor. Dolor de su eterno arrastrarse
No conoció el sol que le otorgó su paso.
La noche se lo llevó a certezas, que en otro volverá.
No conoció de amores, de dolores, de frío ni calor. No conoció la lluvia y el porqué de su húmeda piel.
Nunca supo que lo quise, lo quise tanto.
Y sé que tal vez, en el universo,
siendo dueño de sus horas, alguien fue feliz.
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